Ese joven alto y de cabello alocado es mi amigo. Ciertamente la primera vez que lo vi jamás lo habría imaginado. Hay una aura romántica que lo rodea. Hay un brote de ilusión en la forma en que mira. Pareciera llevar escrito en la frente “Todo va a estar bien” y yo lo odiaba por eso.
Se recuesta a mi lado y me arrastra jalando mis hombros hacía él. La luz del sol entra tímida por la ventana y se recuesta sobre nuestros rostros. Me mira y dice «¡Hey! se te notan menos las arrugas a la luz del sol» y yo lo golpeo por idiota (no tengo arrugas). Aún no termina de reír con su propio chiste cuando eleva sus manos y me habla de la eternidad.
Yo pienso que lo amo. El me hace bien. El es como un ungüento fresco para las heridas hinchadas de mi alma.
Yo pienso que lo amo. El me hace bien. El es como un ungüento fresco para las heridas hinchadas de mi alma.
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