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jueves, 21 de junio de 2018

Día perdido


He estado pensando que sin importar el sol y la temperatura, los días se sienten fríos y grises. Como habitación vacía voy haciendo eco de tiempos que no llegan, de días que desaparecen, de cosas que debieron ser y no han sido. 

Todo retumba en este edificio inconcluso. 

Las sombras que me rodean gritan, y sus voces se me escapan entre murallas fantasmas y puertas inexistentes. Se van por senderos que me son imposibles de seguir por estos días. Sigo apilando rocas en cimientos imposibles y perdiendo mis relojes entre sus fauces ¿Llegaré a conocer la dicha de lo que nunca sucedió? ¿Vendrán hasta mi los días que acuné entre ilusiones y anhelos viejos? Veo como exhalan sus últimos alientos y así como en días fríos, se dibujan en el aire y los borra el viento. Y en mi soledad quiero abrazarles y aferrarme a la esperanza de que no van a abandonarme, pero solo tengo sombras, cenizas y aire. 

Ahora sueños que abortaron todo ápice de pasión son las paredes quebradas que me cobijan. Y en mi intento desesperado por no abandonar la esperanza, sigo rompiendo mis dedos desenterrando rocas entre llantos violentos y silencios angustiantes. Preguntándome si algún día dejaré de lanzar rocas al hueco sin fin que escogí como cementero y comenzaré a construir paredes. 

Pero sigo aquí: cargando rocas por estrechos caminos, arrastrándolas en pendientes imposibles, preguntándome si alguna vez tendré un lugar firme donde cobijarme, si iluminará la pasión cada rincón de esa casa, si alguna vez miraré por la ventana y estaré segura de que no existe otro lugar donde yo quiera estar...

Y aún perdida en mis pensamientos, empujo rocas al abismo infinito… 
aún sin ver nada, aún sin escuchar cuando tocan el fondo… 
esperanzada en que algún día finalmente llene este hueco sin fin.

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