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miércoles, 17 de junio de 2015

Tormenta

Sé, que tras la eterna expansión del universo, aún puedes verme claramente. Tú puedes distinguir cada una de las voces que arañan mi mente y aún más: Conoces cada uno de mis pensamientos antes de que yo los conciba, antes de que se gesten; Tú ya los has sabido.

No debo preguntar si sabes de la tormenta que me aflige, pues conoces cada uno de mis pasos y como nadie me has visto contener las lágrimas en calles que se han vuelto insufriblemente largas, inconteniblemente angustiantes, en donde voy desparramando mis huellas olvidadas.

Esparzo mis días tristes entre soles y ruegos flojos donde acuno mis sueños dormidos. Aún no me canso de excusarme y escudarme en mi soledad.

Silencio.

Entre estas calles estridentes y gentes iguales, solo me hace eco el silencio. Las voces de la nada. Ni un solo corazón que refleje mi súplica muda.

Como fuego frio los días me van consumiendo con llamas gélidas que lamen mis sentidos. 

“Shhhhhh! No hagan ruido” ruegan mis demonios. 

Me duermo entre silencio helado y pensamientos banales.

Nuevamente he tropezado con mi flaqueza y he derramado mis anhelos en un campo de vidrios rotos. Me he medido con la misma vara de siempre y nuevamente he sido hallada falta, nuevamente no di la talla y no sé cómo perdonarme.

Me embriago más de lo que debo para callar las voces de los demás. No quiero escucharlos. 

Sigo escondida tras un tumulto de excusas, culpas y dolores. Otra vez me he topado con los mismos abismos; no me sirve la vida, no la quiero ¡no quiero estos días vacíos! ¡Odio la banalidad en la que he envuelto mis horas! Necesito desesperadamente que seas el centro de mi vida, porque solo pisando tus huellas mis días tienen sentido ¡Cuán preciosos me parecen todos tus caminos! ¡Cuán excelente son todas tus sendas! ¿Cómo podría alguien como yo seguir enlodando tu nombre con mis torpes intentos? ¡He tratado tantas veces! Ya me duele volver a intentar. Cuántas veces más podrás perdonarme? ¿Cuántas veces más extenderás tu amor sobre mí? ¿Hasta donde yo abusaré de tu gracia y menospreciaré tu sacrificio buscando llenar estos abismos en donde no te encontraré?

La última, esa soy.

Veo tierra firme, pero estoy aquí sin ánimos de remar hasta ella ¿Vendrás una vez más por mí? Una parte de mi solo quiere vestirse de princesa y recostarse en tu regazo para que me protejas, pero mientras camino y pienso me doy cuenta que la otra está hastiada de ser siempre rescatada. 

Y así, mientras estas calles van consumiendo mis pasos ausentes, otra vez escucho el eco de tu voz, de tu palabra que vive en mí, esa que tatuaste eternamente en mi corazón la noche más oscura de mi vida.


“Nada cambiará lo que he dicho de ti”


Entonces, me regresa la vida.