Me abortó su memoria.
Me expulsó al abismo frío de la indiferencia.
Aquí amanece hambre de respuestas, pero solo sirven silencios.
Entonces sorbí la muerte del prematuro cordón de los recuerdos.
Bebí rechazo de todo lo que nos unía.
Caí desnuda sobre los cristales rotos de lo que fuimos,
y me arropó su indolencia.
No pude ver la luz de sus promesas,
ni merecí la vida de su cimentación.
Resignada existencia diluida en la ilusión.
Se estranguló entre sollozos ahogados el tan ansiado porvenir.
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